lunes, 9 de junio de 2014

A Juan Arango. Un 10 sin la 10




Eso de la idolatría y el fanatismo es un territorio fangoso. Me gusta estar lejos de ese ambiente. Pero hay personas que de alguna manera terminan por cruzarse en el destino de muchos y cada acción realizada repercute en la mente y corazón de multitudes ávidas de sensaciones. De sus logros se apropian medios de comunicación, dirigentes políticos, sociedad en general. De sus miedos y sus fracasos solo él. Para aquellos que crecimos en la década de los 90 en este país de beisbol como deporte rey, el fútbol siempre estuvo relegado a un segundo e incluso tercer lugar.

Para aquellos que sentimos el fútbol en su expresión más pura, esa que se genera en la calle o en el campo, en donde en cada espacio se improvisan canchas sin respetar geometrías, donde los bordes de la misma suelen ser imaginarios. Los goles, pedazos de realidad que se gritan y se sudan, cada rival que se deja en el camino una sensación cuasi-orgásmica, cada gol que fallas un zumbido en la conciencia. Todos nosotros, un cúmulo de corazones y piernas sin rostro, sin identidad, hasta que apareció Juan Arango.  

Zurdo, mestizo, taciturno, con una visión de juego aplastante, pero con una capacidad de tiros libres única. Arango ha estado presente en prácticamente todas las páginas de gloria de eso que han empezado a llamar fútbol venezolano, es una especie de Maradona venezolano, rompiendo estereotipos y paradigmas. Presente en grandes escenarios y epopeyas de sus respectivos clubes, jugando para el Mallorca derrotó al mismísimo Real Madrid de los denominados galácticos con un gol en plena lluvia (agregándole más drama al asunto) batiendo a Iker Casillas. 


En Alemania ya como jugador del Borussia Monchengladbach, llego a dictar cátedra en asistencias y en tiros libres, siendo reconocido por diversos medios como uno de los mejores cobradores de tiros libres en la Bundesliga durante su estadía en tierras germanas, para muestra un botón.


Pero en donde seguro nunca lo olvidarán será acá en su tierra de beisbol, de idolatría fácil, pero más fácil olvido, país de conveniencia, de poses, seguro permanecerán en la historia colectiva ese gol in-extremis a Bolivia, el otro a Uruguay en el “Centenariazo”, particularmente nunca olvidaré el travesaño más desgarrador de la historia de Venezuela, aquel contra Paraguay en semifinales de la Copa América 2011 donde el portero Justo Villar batido veía como la pincelada de ese artista sublevado se estrellaba contra ese muro fatalista en forma de larguero.

Juan siempre fue un 10 sin el 10, su personalidad distante de lo mediático, lo hizo un genio incomprendido. El 18 le quedaba mejor, así como Muller hizo del 13 su 13, y Van Basten del 14 su número, Arango hizo que el 18 fuera el dorsal que todos queríamos ver allí detrás de la delantera en cada partido donde jugara la vinotinto. Más aun, ese era el dorsal que queríamos ver detrás de la esférica en un tiro libre a favor de Venezuela, acto seguido cual ritual litúrgico se gritara el gol que 30 millones de personas deseaban emitir, pero por sobre todo era más que un gol en el marcador, más que una estadística personal, era un pequeño triunfo el saber que en este país de beisbol hay una magia que no ha terminado de brotar y que sale de los pies de sus hombres y mujeres(sino pregúntele a Deyna Castellanos) y que esa magia germina con cada balón que termina besando las redes.     

La gloria en el fútbol es una circunstancia, el recuerdo de Juan Arango en todos nosotros pasará de generación en generación, como una leyenda. No de las que se decretan, sino de las que generan paso a paso (o pase a pase), gol a gol, e incluso poste a poste.


A Juan Arango, gracias capi. 

¿TVES PASTELERO O TVES VINOTINTO?


No escribo esto partiendo de un nacionalismo irracional, ni me considero un erudito del fútbol. Simple y llanamente desde una pasión que ha ido creciendo desde finales de la década de los 90´ cuando comencé a ver partidos del fútbol venezolano donde los delanteros más “letales” no era gente como Salomón Rondón o Miku Fedor, sino más bien como Juan “Lagarto” García y el  “Huracán” Rafael Castellín, y donde equipos como Nacional Táchira y Deportivo Italchacao salían campeones del torneo local, hoy son solo recuerdos. Por esos años el fútbol y el fútbol venezolano parecían dos conceptos antagónicos,  mucha de la gente que solía decir “me da ladilla ver el fútbol venezolano, no saben jugar, solo dan patadas…” ahora gritan los goles de la selección a toda voz.

El trayecto para que la selección nacional sea hoy lo que es, fue muy rudo. Un camino plagado de humillaciones, de errores, de mala planificación y de muy escaso apoyo. La gesta de Richard Páez en los últimos partidos para la clasificación al Mundial de Corea-Japón del 2002 generó ese mal llamado “boom vinotinto”. Y hasta el día de hoy cada vez un mayor número de personas se siente identificado con la selección nacional, se ha dado un gran salto cualitativo y cuantitativo, aunque seguimos sin clasificar a un mundial de futbol, Brasil 2014 parecía un objetivo al alcance, pero se falló…

…Y es precisamente durante los mundiales de futbol cuando las identidades de todos los venezolanos “huérfanos de selección” comienzan a navegar en un mar abierto buscando la selección a la que le “irán” durante toda la fiesta mundialista. Quiero aclarar que para mí cada quien tiene la  absoluta libertad de comprar la camiseta/pintarse la cara/caravanear/llorar con el equipo que le venga en gana, llámese Brasil, Italia o la misma Camerún, bien sea por ser descendientes de extranjeros, o por simple afición a equis jugador. Lo que si no comparto es que un canal de televisión que busca realzar la identidad y valores del venezolano (según TVES), fomente el “pastelerismo” de una manera tan brutal y estúpida. El que hayan puesto una camisa vinotinto entre el carnaval de camisetas argentinas/brasileras/españolas/ y hasta la holandesa no compensa nada…

… El problema no es que transmitan el mundial a pesar de que no asista la vinotinto, el problema radica (para mí) en el mensaje que hay implícito detrás de toda esa bailadera y cantadera (si aquel comercial de Directv incitaba a las protestas, este incita descaradamente al pastelerismo) de  cambiarse la vinotinto por otra camisa durante un mes, de borrar esa corta pero historia al fin de triunfos, empates y derrotas, olvidarse del gol de Amorebieta a Argentina, del de Rondón a Colombia, de aquel “Centenariazo” en Uruguay, de aquel balón al travesaño de Juan Arango contra Paraguay en la semifinales de Copa América en 2011.

Entre colores albicelestes y verdeamarillos mutilan el recuerdo de aquellos que en un país de beisbol, de petróleo, de cerveza y misses, juegan y creen en un deporte de once contra once. ¿Será que es más fácil asumir y apropiarse de algo que construirlo?, ¿Será porque es más cómodo celebrar el triunfo ajeno que construir el propio? La respuesta parece más cercana a la idiosincrasia del venezolano que al mismo fútbol.

P.D: La FVF le da una zancada a la selección al no asignarle técnico, TVES le da otra al fomentar el pastelerismo.